I.- VIVIR EN LA VERDAD
Los hombres no podrían vivir juntos, si no tuvieren confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad. Piensese en la actual crisis economica, si es un problema de falta de dinero solamente o si lo es fundamentalmente de confianza en el otro hombre a la hora de hacer las transacciones comerciales a la hora de hacer negocios. Preguntense si es posible cualquier actividad social sin compromiso, sin estabilidad, sin creer que el otro no me a engañar. En justicia, un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad.
Por eso el hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: “Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas, se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias”.
El Antiguo Testamento lo proclama: “Dios es fuente de toda verdad”. “Su Palabra es verdad”. “Su ley es verdad”. “Tú verdad de edad en edad”. Puesto que Dios es veraz, los miembros de su pueblo, son llamados a vivir en la verdad.