VI.- DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD

El octavo mandamiento prohibe falsear la verdad en las relaciones con el projimo. Este precepto moral deriva de la vocacion del pueblo santo a ser testigo de su Dios, que es y quiere la verdad.

Ante Pilato, Cristo proclama que había venido al mundo para dar testimonio de la verdad y el cristiano no debe «avergonzarse de dar testimonio del Señor» (2Tm 1,8), En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambiguedad, a ejemplo de San Pablo ante sus jueces. Debe guardar una «conciencia limpia ante Dios y ante los hombres» (Hch 24, 16).

El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Con el más exquisito cuidado, la Iglesia ha recogido los recuerdos de quienes llegaron hasta el extremo para dar testimonio de su fe. Son las actas de los Mártires, que constituyen los archivos de la Verdad escritos con letras de sangre.