II.- HACER LOS DUELOS
Un hombre que anhelaba llegar a la iluminación decidió ponerse bajo la dirección de un gran maestro espiritual. Éste le invitó primero a tomar con él el té. El neófito aprovechó la ocasión para repertoriarle sus títulos universitarios y describirle sus experiencia espirituales. Mientras hablaba, el maestro seguía echándole té, a pesar de que su taza ya se desbordaba. Extrañado de aquel gesto tan insólito, el futuro discípulo le preguntó qué hacía y el maestro le respondió: «¿No ves que ya no queda sitio en ti para mis enseñanzas?».
Misión, transición, vocación, visión…, todas estas realidades afectan al porvenir de una’ persona. Pues bien, ese porvenir será imposible de realizar si la persona no aprovecha su presente para soltar la presa de su pasado. En efecto, William Bridges recuerda la necesidad de romper con lo que ya ha pasado para planificar el futuro: «Toda transición empieza con la finalización de un periodo».
Mientras uno se obstina en no abandonar lo que ya no existe, se condena a quedarse encerrado en ello, a vivir en un mundo irreal y, en consecuencia, a languidecer en la esterilidad psíquica y espiritual. La negativa a ir soltando presa, que se ve en ciertas personas, recuerda la actitud de esos simios que se dejan fácilmente capturar por los indígenas: éstos meten nueces en unos recipientes de cuello estrecho, que van dejando por el bosque; cuando los monos meten la mano en ellos y agarran un .puñado de nueces, ya no pueden sacarla por la estrechez del cuello, así, cautivos del recipiente, se convierten en presa fácil para sus cazadores.
Antes de poder entrar en algo nuevo, tenemos que separarnos del pasado, modificando no sólo lo exterior a nosotros mismos, sino sobre todo nuestro interior. Hay muchas personas que no superan la etapa de sus sueños. Se ven paralizadas en la prosecución de su misión porque están apresadas por duelos no resueltos y enredadas en sus recuerdos dolorosos. Sus proyectos de porvenir se ven paralizados o gravemente condicionados. ¿No basta un simple cordelillo en las patas de un águila para impedirle emprender su vuelo hacia las cumbres? Lo recuerda el maestro Eckart: «Quien desea llegar a ser lo que debe ser debe dejar de ser lo que es».
Si se consigue acabar con lo que de todas formas ya ha pasado, es decir, morir a lo que ya ha terminado, se producirá un fenómeno inesperado. En esa renuncia, empezará uno a revivir y a recobrar el gusto por crecer. De ahí la importancia primordial de hacer los duelos, es decir, de soltar presa para profundizar en lo que es y, en consecuencia, estar dispuesto a realizar el proyecto de su vida.
La resolución de los duelos exige tomar conciencia de lo que se ha perdido, darlo nombre y progresar a través de varias etapas. He creído oportuno empezar trazando una lista de diversas pérdidas que pueden jalonar una vida.