IV.- Emisividad

Bajo este título abarcamos: las imágenes (elementos recibidos por las sensaciones y reproducidos o elaborados por la mente), las ideas abstractas, las asociaciones de ideas, los raciocinios, que emitimos voluntariamente, o que nos son impuestos por el inconsciente. Es una atención más activa, es producir, es trabajar. De ahí la posibilidad de cansancio que varia conforme a la especie de atención.

Atención perfecta o concentración
Cuando seguimos el curso de una idea con exclusión de toda otra, cuando estamos atentos solamente a lo que leemos, estudiamos u oímos, olvidándonos de todo lo demás y de nosotros mismos, el rendimiento intelectual es máximo, el placer natural grande y el cansancio mínimo. Podríamos llamarlo físico. Dos horas de esta concentración perfecta se reparan en 5 o 10 minutos de descanso por medio de la receptividad tranquila. Un día de trabajo se repara con una noche de sueño. De este modo se puede trabajar intensamente durante muchos años.

El estudio intenso ordenado, lejos de debilitar es gimnasia que fortalece al cerebro.

Atención deficiente. —Cuando seguimos una idea con interposición de otra, con distracciones, el rendimiento y satisfacción son menores y el cansancio mayor.

Atención perjudicial. —Cuando. Seguimos1 varias ideas, por ejemplo, una lectura, una explicación o discurso, y al mismo tiempo no acertamos a desentender- nos de otra idea parásita, por ejemplo: preocupación, temor, sensación de cansancio, disgusto, etc..,. la fatiga es desproporcionada, anormal. podemos llamarla psíquica. Las ideas se graban menos profundamente y se olvidan con mas rapidez. Es el trabajo de dos teclas de la máquina de escribir, pulsadas simultáneamente: la máquina se resiente y la escritura queda confusa. Así también nuestro cerebro se fatiga y las ideas se graban menos. En este estado no puede experimentarse satisfacción ni alegría.

El cansancio de un cuarto de hora no se repara con otro cuarto de hora de reposo; una noche no basta para rehacerse del desgaste del día. Esta es la causa por qué cansa a veces la visita apresurada a un museo o la lectura nerviosa de un periódico. Este trabajo, continuado así., acarrea finalmente el “surmenage” o agotamiento cerebral.

Los grandes genios, artistas, inventores, héroes, santos, suelen ser silenciosos, concentrados. La disipación, dispersando las energías, debilita: la concentración, al reunirlas en haz apretado, las aumenta. La atención imperfecta es a veces responsable de los defectos visuales: (miopía o presbicia funcional), pues los nervios de acomodación del ojo, al verse solicitados por una atención dividida o imperfecta, hacen que los músculos que lo ensanchan o acortan para enfocar el objeto se pongan en tensión excesiva y, con el tiempo, pierdan la elasticidad necesaria para acomodar el ojo a la visión.  De ahí que muchos nerviosos, al practicar el “haz lo que haces” y mejorar su concentración, mejoran también de la vista.

Reeducación de la emisividad
Según esto, además del fortalecimiento orgánico contra la debilidad, y de los ejercicios de relajación contra la tensión, la reeducación propiamente tal será doble: una, más mecánica y técnica, y otra, más psíquica.

Para la primera partimos del siguiente Fundamento: Todos, aun los enfermos psíquicos, pueden concentrar su atención por algún instante. Partiendo de esta posibilidad y graduando los ejercicios de atención podrán llegar a la concentración normal.

Concentración visual externa. —Si al trazar un punto pienso únicamente en él, tendré la concentración de un instante. Si lo prolongo en una recta, sin pensar en otra cosa, conseguiré una concentración de varios segundos. Trazaré, pues, en el aire con el dedo figuras amplias sin solución de continuidad, procurando seguirlas con atención; haciendo figuras geométricas.

Se me presentó un estudiante quejándose de gran divagación en el estudio sin un foco especial alrededor del cual girasen sus distracciones. Apenas leía media pagina, ya su pensamiento volaba muy lejos, y cuando volvía en sí, habían pasado muchos minutos. Comenzó a hacer esos ejercicios unos cinco minutos por la mañana, al mediodía, a la tarde y a la noche. A los cuatro días ya los practicaba con naturalidad y sin distracciones. Continuó tres días más con los dibujos siguientes, algo más difíciles y que requieren atención mas prolongada.

Un hombre de negocios, en víspera de un colapso por el exceso de trabajo y de tensión nerviosa en que vivía, se presentó al doctor Gorge W. Hall, eminente neurólogo. Concluido el reconocimiento, que no acusó lesión orgánica de ningún genero, pidió un tratamiento que le permitiese reanudar lo antes posible su ritmo de vida acelerada. El doctor Hall le insinuó que hiciese construir un acuario de peces tropicales en su oficina particular y que todos los días durante una hora se dedicase a observar tranquilamente las lentas y graciosas evoluciones de aquellos animalitos. El paciente cumplió exactamente la receta, y antes de un año envió un donativo al hospital en prenda de gratitud por su curación. Los peces le trazaban los dibujos que aquí recomendamos.
Concentración visual interna. —A veces convendrá detenerse en hacer esos mismos dibujos mentalmente, sin ayuda de la mano, como sobre un tablero y ejercitarse en eso por varios días.

Concentración auditiva. —La señora de Z sentía gran dificultad en atender a discursos o conferencias, y al quererse concentrar se hallaba tan nerviosa y violenta que hubo de abandonar varias veces la sala. El ruido también la desvelaba de noche, y en la oficina o en su casa no podía leer o escribir si otros hablaban o tocaban el piano cerca de ella. Se actuó por varios días en captar voluntariamente diversos ruidos mañana y tarde, luego, en seguir el sonido del reloj, diciendo y oyendo mentalmente, “tic-tac”, diez veces sin distraerse; el segundo día llegó a quince y el cuarto a veinte y mas veces, sin pensar en otra cosa.

No dedicó a este ejercicio más de cinco minutos cada vez, aunque lo hacia ocho veces por día. Obtenida esta concentración auditiva muy satisfactoria, pudo pasar a atender voluntariamente a una lectura o discurso, primero diez, luego quince y más minutos, sin miedos y sin distracciones. Si éstas sobrevenían, su único cuidado era fijar de nuevo la atención en lo que se decía. Al mes estaba curada.

Concentración en medio del ruido. —Recomendamos esto a las personas que, teniendo que trabajar en medio del bullicio o de música molesta, experimentan muchas distracciones y sienten cansancio. Concéntrense primero por pocos instantes en ese ruido, y luego por más tiempo, hasta aprender a independizarse y abstraerse de lo que las rodea. Imiten a los niños que pueden atender a su lección sin perturbarse por los gritos de sus compañeros, porque jamás se les ocurre protestar contra ellos. En la aceptación sincera de esta bulla está lo principal del remedio. Es también buen recurso para descansar y dormir a pesar de ruidos o ronquidos.

Concentración sobre una parte del cuerpo. —Por ejemplo sobre una mano.
Sentirla como propia, como viva, etc., mientras la mantenemos extendida. Con pocos días de práctica se experimentará en el lugar de la concentración un ligero cosquilleo después de algunos minutos de concentración.

De este modo curaba el doctor Vittoz algunas parálisis de origen psíquico. Por ejemplo: para hacer mover el brazo paralizado, primero hacía que se concentrase el enfermo, sobre algunas partes del mismo, atrayendo sobre ellas de este modo mayor aflujo sanguíneo. Luego hacía que la concentración se fuese deslizando de arriba abajo y viceversa, hasta que por fin volvía la voluntad a imperar en el brazo.

Entrenamiento autógeno.- En esto se basa el método de autorrelajación concentrativa del profesor Schultz que ha tenido tanta aceptación en Alemania. Consiste en concentrar la atención, v. gr., en -. “Mi brazo derecho está pesado”, imaginándolo así unas 6 veces. Duración máxima un minuto, que se puede repetir, y todo ello dos o tres veces al día. Naturalmente en postura relajada y con los ojos cerrados. Pronto se nota la sensación de peso, que con la repetición, se acentúa más y aparece más rápidamente y se extiende a los dos brazos y piernas produciendo un profundo y restaurador descanso.

Concentración para aumentar el calor.- Por el mismo sistema de concentrarse primero en “mi brazo está pesado” y luego 6 veces en “está caliente” se consigue relajación vascular y con ella más aflujo de sangre a la piel y consiguiente mente más calor en ella. Parece que los habitantes del Tibet usan métodos parecidos desde hace siglos para sobreponerse a los rigores de su invierno.

Concentración contra el dolor.- Por este mismo método podemos» dejar de sentir el dolor. V. gr., de una herida. Al concentrar nuestra atención en la parte dolorida, no en el dolor o en sus causas, esta onda voluntaria que va del cerebro a la lesión periférica, parece neutralizar la onda dolorosa de la herida o impedir que llegue al cerebro y sea sentida.
Reeducación más psíquica.-  La falta de interés por lo que leemos, olemos o hacemos, o la mayor repulsión,atractivo o importancia que concedemos a lo que deseamos o tememos, son losmayores enemigos de la concentración. Las fobias o ideas parásitas, las preocupacioneso pasiones desenfrenadas, son las que más distracciones causan. El remedioconsiste ante todo en descubrir ese foco perturbador, y en debilitarlo y aun destruirlo,como explicaremos en el cap. VI.

Al mismo tiempo hay que suscitar el interés y gusto por lo que estudiamos o hacemos, viendo su utilidad, conveniencia y aun facilidad. Y mejor aún, verlo a la luz y al calor del ideal, lo que suscitará el entusiasmo (véase el último capítulo).

Primer punto. Descansar allí unos instantes con sensaciones conscientes. Leer de nuevo hasta el segundo punto y descansar, y así sucesivamente hasta completar una página, repitiendo este ejercicio tres veces por día. Es un excelente medio de reeducación para los que tienen divagación mental, o los que se cansan con facilidad, y el método indicado para refrenar la demasiada prisa y ansia de terminar la lectura, que tanta fatiga causa. Medios más completos para concentrarse en el estudio, tanto los enfermos como los sanos, se encontrarán en nuestro nuevo libro “Eficiencia sin fatiga por la atención perfecta”.

Un juego educativo: Echar sobre la mesa un puñado de lentejas o granos de trigo, y luego contarlos ayudándose de un palito y anotar el resultado. Los contrincantes tratarán de hablarle y distraerle. empiécese por pocos granos o más grandes, y luego con mayor número o con más pequeños. Gana el que cuente más veces con menos errores.

Relajación neuro-muscular.- Decíamos antes que la tensión neuro-muscular suele ser una de las causas de la mala concentración, o bien, es producida por ella. De hecho, a toda actividad mental corresponde otra corporal de los nervios y músculos, y a toda intensidad o desorden en la primera acompaña cierta tensión y fatiga en la segunda.

¿Quién no ha observado la actividad muscular que se exterioriza en las actitudes de la atención?: contención de movimientos, restricción de la respiración, leve inclinación de la cabeza hacia adelante, fijación de los músculos de la cintura escapular, etc… Los papeles llenos de garabatos que suelen quedar en ciertas aulas después de la lección tendrían también esta explicación : muchos necesitan aliviar, mediante estos u otros movimientos, el exceso de tensión con que atienden (liberación kinética).

¡Cuántos nerviosos o tensos se cansan fácilmente si leen o estudian sentados; en cambio, si lo hacen paseándose o moviéndose, pueden resistir mucho más tiempo! Es que en la primera postura había tal vez tensión muscular; en cambio, al pasear o moverse, se relajan mejor los músculos, entre otros los de la respiración  sin contar los momentos de receptividad o descanso.

Otro de los efectos de esa tensión excesiva es cierta tendencia a la sobreactividad, a estar más alerta y a excederse en vivacidad y esfuerzo, subestimando el cansancio hasta que sobreviene la postración. Existen drogas que mejoran la ansiedad por su acción relajante de los músculos. El calcio, según el Dr. Hauser, permite un máximo relajamiento nervioso. Todos necesitamos de él por lo menos un gramo al día.

Práctica. -Quien note en sí tal tensión, no descuide la técnica relajadora soltando bien los músculos de la frente (sin fruncimientos ni arrugas); los de la vista (ojos blandos, mirada tranquila y alegre como la del contemplativo), los de la boca (lengua y mandíbulas sueltas y labios con las comisuras hacia arriba); los de las manos y los pies (que estén quietos y flojos y como sintiendo el peso de la gravedad), y sobre todo los de la cintura y el diafragma (que la respiración sea natural, profunda y rítmica).

Los ejercicios rítmicos de los brazos y de las piernas, los de inclinación y revolución del tronco, los que aumentan la flexibilidad de las articulaciones, son los más indicados para vencer la tensión residual. que suele. permanecer en los músculos hipertensos aun después del reposo y relajación del sueño.

Consignemos aquí únicamente que toda esta técnica tendrá menos efecto si persisten en nosotros las causas psíquicas de la tensión, a saber: la inseguridad con sus secuelas de temor y de preocupación, y la compulsión o emulación excesiva causantes del esfuerzo exagerado y de las prisas, y radicadas en una superestimación del Yo, y del éxito.

Como contrapeso a tales tendencias, además de lo que diremos en el capítulo de los sentimientos y emociones, adelantemos aquí los efectos tonificadores y calmantes de la amistad o del amor, los del ideal razonable y los de una fe religiosa con conciencia pura.

El que ante los problemas de cada día no tiene en quien apoyarse y no encuentra en si ese apoyo, estará intranquilo y tenso. Ese apoyo exterior será para el niño el amor materno, para la esposa el esposo amado, para el joven su amigo fiel o un profesor abnegado o su director espiritual, y para el creyente fervoroso el auxilio de Dios.

El apoyo interno o seguridad propia se verá reforzada al dar seguridad o apoyo a los demás. ¿No vemos con frecuencia viudas que han triunfado en la vida y difundido seguridad y alegría mientras sus hijos eran pequeños; sentirse tristes, inseguras y turbadas al llegar aquéllos a su mayor edad? Demos amor, alegría, ayuda y protección, y aumentaremos nuestra propia seguridad, alegría y paz.

El esfuerzo excesivo y la prisa desaparecen al poner nuestro ideal a salvo de las competencias o asechanzas ajenas y al acomodarlo a nuestras fuerzas y posibilidades

Pero aun cuando uno triunfe en la vida y vea seguro su misión, todavía queda en el fondo del ser una fuente de desasosiego y tensión, si, al pensar en el “más allá”, no encuentra en una fe religiosa y firme y en una conciencia pura, la respuesta que le tranquilice.

Axioma fundamental
Decíamos al principio que no podemos ser al mismo tiempo plenamente receptores y emisores, tener conciencia nítida de una sensación y en el mismo instante estar pensando en otra cosa; pues al pensar en esta otra cosa dejamos de darnos cuenta nítida de la sensación primera; y viceversa, al recibir con claridad el mundo de fuera no podemos poner atención plena a la idea primitiva. La razón es que, estando el campo de la conciencia totalmente ocupado por la sensación, no hay lugar para el cerebro emisor o pensamiento activo.

La consecuencia consoladora es la posibilidad de descansar y de vencer temporalmente las preocupaciones, tristezas, fobias y pasiones. En efecto, si por una parte el cerebro emisor es el único que nos puede causar fatiga, y, en cambio, el receptor s sólo nos produce paz y descanso; si, por otra parte, no podemos al mismo tiempo ser totalmente receptores y emisores, y con un pequeño entrenamiento está siempre en nuestra mano hacernos meros receptores, síguese claramente la posibilidad de conseguir ese descanso y control cerebral por medio de la receptividad y esto aun bajo el influjo de preocupaciones y fobias.

“Por este método vencí la impaciencia en el trato con una persona muy poco simpática. Cada vez que sus palabras o actos irritantes me provocaban a ira, procuraba
apartar de ella mi atención ocupándome en observar su psiquismo, sus gestos, su tono de voz o los colores de las cosas que nos rodeaban. Era una especie de coraza psíquica que no dejaba penetrar el explosivo y así conseguía quedar tranquilo y alegre”.

Por el mismo sencillísimo medio de tener sensaciones conscientes cuando le venía el mal impulso, se curó por completo un joven impulsivo, iracundo y suicida que ya se había echado del tren en marcha pero sin matarse, y mejoró notablemente otro con obsesiones o impulsos sexuales casi incoercibles.

Del dominio imperfecto al control
Los débiles o enfermos psíquicos, al entregarse al estudio, no tienen concentración verdadera, y en los tiempos en que deberían descansar siguen pensando en sus estudios y negocios o andan enredados en preocupaciones,, dudas y tristezas. Aun en el sueño no llegan al reposo completo, pues frecuentemente lo pasan con pesadillas. Emiten mucho más de lo que reciben.

Por el trabajo concentrado a sus tiempos, y por las sensaciones o vida conscientes en los demás, evitarán este desorden consiguiendo el equilibrio de las personas psíquicamente normales. Estas, en los momentos de concentración o de estudio, sólo piensan en lo que hacen, olvidándose de todo lo demás, y en los otros momentos, o tienen sensaciones conscientes, o pensamientos agradables, espontáneos, mas pasivos que activos; de este modo el tiempo de descanso o de sensaciones es proporcionado al tiempo de trabajo o de concentración. Debemos llegar a tal dominio de nuestras facultades que podamos pasar rápidamente del trabajo al descanso, de nuestro mundo interior al exterior, de la concentración a la sensación y viceversa,
PROVERBIO CHINO
Un camino……………….si no lo andas, nunca llegas.
Un negocio……………….si no lo atiendes, no prospera.
Un hombre……………….si no lo educas, no mejora.
Una campana…………….si no la tocas, no suena.
Y este libro………………si no lo practicas, no lo entiendes, añado yo, pues por estar tan condensado y por tener tantos consejos prácticos, no es para leerse de corrida.
Hay que estudiarlo y experimentarlo.

Cautela.- Evítese en todos estos ejercicios lo que pudieran tener de negativo o deprimente: Que lejos de recordarnos nuestra enfermedad o deficiencia nos ayuden a olvidarlas o a convencernos de que las dominamos, haciéndonos gozar más del presente y del mundo real y sintiéndonos más libres y más dueños de nosotros mismos. Hay que hacerlos pues, con alegría, como un deporte mental, sin preocupación sin ansiedad y sin darles mayor alcance del que tienen: son una gimnasia de espíritu o unos juegos educativos.

Concentración máxima normal de nuestro cerebro
La concentración tranquila, fijándose nítidamente en una sensación o idea, sin repetir el impulso de atender, será de pocos segundos a un minuto. En cambio, el seguir con paz el desarrollo sucesivo de sensaciones o raciocinios puede prolongarse muchos minutos y, si persiste el interés, aun varias horas. Pero a veces tenemos que hacer esfuerzos por atender. Por ejemplo, el motorista con prisa que tiene que sortear frecuentes obstáculos o curvas difíciles; el estudiante o la mecanógrafa que temen no entender o perder algo de la explicación o del dictado, y todos, cuando creemos que vamos a fracasar o a cansarnos.

Para casos semejantes el Dr. Arthus daba como concentración máxima normal 20 minutos. De ahí no se pasarla sin algo de violencia y desgaste. Es pues conveniente descansar un instante, relajar algo esa atención tensa. Lo que hacemos instintivamente, en nuestro trabajo privado, al pasar la hoja del libro, al respirar hondo, al levantar o mover la cabeza o cambiar de postura. Lo que hacen los oyentes de una conferencia, lección o entrevista difícil, tocándose la barbilla, atusándose el bigote, agitando el lápiz o los dedos o pintando monigotes. No es eso falta de atención, sino necesidad de dar un escape, mediante el movimiento, a la excesiva tensión.

De ahí la utilidad de interrumpir la lectura cuando estamos tensos, después de 20-30 minutos, con algunos instantes de descanso, con algunas sensaciones conscientes. De ahí también la necesidad pedagógica en lecciones o conferencias, principalmente si se habla a niños, de relajar la atención del auditorio con una digresión, una anécdota o un chiste. Si no concedemos al oyente este descanso, él lo tomará por si mismo, perdiendo tal vez el hilo del discurso.

Podemos, pues, descansar y gozar por la atención receptora tranquila, recibiendo las bellezas de la creación mediante las sensaciones conscientes. Podemos concentrarnos en ideas alegres, en pensamientos reconfortantes, en ideas sublimes. Estamos poniendo la base de la felicidad y de la eficiencia.