VII.- Utilizar la voluntad
El oficio del hombre es siempre perfeccionarse, educarse, completarse, superarse a sí mismo.
Los animales irracionales salen perfectos de las manos del Hacedor; con tan sólo seguir su instinto se desarrollan y consiguen su fin. No necesitan de educación. Pero el hombre nace incompleto; si sigue su instinto animal, se debilita, enferma y muere. Por eso le da Dios la razón, de sus padres y maestros primero, y la suya propia después, diciéndole: complétate.
La necesidad de la educación se funda en la lucha entre el psiquismo inferior sensitivo-afecto, que sólo apetece los bienes sensibles aun contra los bienes superiores, y el psiquismo superior intelectivo-volitivo, capaz de conocer y de procurar los bienes superiores y transcendentales, verdaderos, eternos, bienes del alma, bienes sociales, bienes divinos.
Como brújula de orientación tengamos siempre presente, en la educación propia y ajena, estos dos principios: La perseverancia de los actos psíquicos y el triple primado del psiquismo normal.
Perseverancia de los actos psíquicos
Toda vivencia o acto psíquico contribuye a formar o deformar el carácter, pues queda asociado a los que le precedieron y, aunque inconsciente u olvidado, sigue influyendo en el “yo” consciente, facilitando los actos afines y dificultando los contrarios. Por lo tanto, las virtudes practicadas en la infancia o en cualquier momento, formarán en la virilidad una síntesis psíquica más apta para el bien, que si nunca hubieran existido.
Por la misma razón, una transgresión o concesión a los instintos exaltados, aunque sólo sea por una vez o en la locura de la juventud y con el propósito de volver luego al buen camino, dejará para siempre en nuestro psiquismo, mayor inclinación al mal y menos facilidad para el bien. No es, pues, de poca importancia una falta o pecado pasajero, aunque no hubiera sanción posterior, ni lo es un acto de virtud oculto, aunque nadie lo hubiese de premiar.
Triple primado
1.º El todo debe primar sobre la parte. – Amputamos un brazo gangrenado para salvar a todo el cuerpo. Las tendencias parciales han de subordinarse a la actividad del todo; de donde se sigue que:
A) Nuestra dependencia de la materia en el alimento, descanso, concupiscencia corporal, se ha de armonizar con la espiritualidad del alma. De ahí el frenar la glotonería, la tendencia a comer o beber demasiado, para velar por la salud del cuerpo y el vigor del alma mediante la templanza y aun el ayuno. De ahí, también, el superar la pereza, la tendencia exagerada al reposo, a la ocupación agradable, a la diversión, mediante la diligencia y la actividad disciplinada. De ahí el vivir nuestra sexualidad conforme a la razón y a la ley de Dios. Sacrificamos el placer, el bien material instantáneo de una parte de nuestro cuerpo por el bien total del mismo, por la lucidez mental y elevación afectiva, y sobre todo por el bien temporal y eterno de todo el hombre; alma y cuerpo (véase capítulo siguiente).
B) Nuestra sujeción al automatismo (tics, temores, disgustos espontáneos exagerados), nuestra esclavitud al vicio o a costumbres inveteradas, nuestro respeto al “qué dirán” o a lo que hacen los demás, ha de supeditarse a la libertad superior, a lo que la razón o Dios nos muestran como obligatorio o conveniente. “Juzgad vosotros, decían los apóstoles a los Príncipes de la Sinagoga, si es razonable que os obedezcamos a vosotros y no a Dios”. Toda dictadura y sobre todo el comunismo tiende a anular esa libertad.
C) El curso fantástico de nuestro pensamiento bajo la emoción se debe armonizar
con la sed de verdad objetiva; de ahí el dominio de la imaginación descontrolada
o del soñar despierto, de los temores o tristezas exageradas, de los odios o antipatías que nos deforman la realidad. Los cismas y las herejías se han originado más por emoción que por razón objetiva.
2.º Lo objetivo y real debe primar sobre lo subjetivo, sobre lo que opinamos sentimos o deseamos. – Originariamente el niño vive enclaustrado en su “yo”. Noquiere servir, ni darse; es egoísta, es subjetivo. La evolución normal o la educaciónle llevarán hacia los valores objetivos y sociales: a conocerlos y realizarlos,haciéndolos su norma de acción. De su aislamiento social tenderá hacia quien leofrece un apoyo; querrá convertirse en miembro útil y operante de la comunidad.Tanto más se perfeccionará cuanto más se olvide de sí en bien de los demás, o deun ideal. Sólo un psiquismo mórbido se “tetaniza” en su egocentrismo.
3.º Primado de la evolución.- Tiende a desarrollar progresivamente todo su ser, a superarse, a realizar un ideal. Memoria, entendimiento o músculos que no se ejercitan, se atrofian.- Profesional que renuncia a perfeccionar sus conocimientos, se desvirtúa y se desacredita. En el camino de la virtud, el no ir adelante es volver atrás. Sociedades embriagadas por su progreso se derrumban. Al Imperio Romano le vencieron, más que los Bárbaros del Norte, el estancamiento. en su progreso, la molicie y los vicios.
Consecuencias ascéticas de estos principios:
a) Renunciar al vencimiento propio y a la mortificación por dejarse llevar del vicio es una regresión en la evolución o progreso.
b) Seria mórbido buscar el dolor y abnegación por si mismo, pero no como medio y expresión del don entero de si por un ideal.
c) La liberación del “yo” hacia los valores objetivos: sociedad, Dios, es en psicología lo que en ascética se llama vencimiento propio, humildad, caridad. Las ascéticas falsas: estoicismo, budismo, espiritismo, laicismo, insistiendo en disposiciones parciales, orientan hacia una personalidad cerrada, más que hacia una abierta, como lo hace el cristianismo. Por eso pueden desviar a formas mórbidas y perversas; mientras que la ascética objetiva y total está en armonía con la vida psíquica normal.
A) EDUCAR LA VOLUNTAD POR MOTIVOS.
Como nuestra voluntad es facultad del ser racional, naturalmente inclinada al bien, no se lanzará al acto si antes de obrar no le precede como paje de luz el entendimiento, mostrándole un bien, un motivo, un valor.
Propongamos, pues, a nosotros mismos o a nuestros educandos, bienes o valores:
a) Objetivos que realmente sean tales, bienes en si lo útil, lo honroso, lo agradable, lo necesario podrían ser: bienes sensibles percibidos por los sentidos o bienes espirituales captados por el entendimiento; bienes para el tiempo o para la eternidad; bienes parciales o totales, sobrenaturales o divinos.
b) Subjetivos: es decir, percibidos como tales por el sujeto, acomodados a su capacidad. En los niños, por no tener aún desarrollado el entendimiento, serán sólo bienes sensibles y sensibilizados; en los adolescentes y adultos deberán ser también espirituales, trascendentales y sobrenaturales y en lo posible reforzados con la imaginación y el sentimiento.
Un padre de familia me decía: “Por mucho tiempo no pude conseguir que mi hijito de tres años dejase de dar portazos. No comprendía el motivo: que el ruido pudiese molestar a otros, pues a él le agradaba. Pero un día le di otra razón que él comprendió: ‘La puerta se va a romper y habrá que gastar en componerla el dinero para tus juguetes’. Y desde entonces ni da portazos él, ni consiente que otros los den, repitiéndoles el motivo tal como él lo entendió”.
c) Actualizados: que se hallen presentes a la mente en el momento de la decisión y de la ejecución. Por eso al prever el acto procuremos también recordar el motivo. Por eso también conviene escribir los buenos propósitos con las razones que los motivaron y conviene volverlas a leer de vez en cuando.
Por falta de esta motivación se observan con harta frecuencia fracasos educativos en los colegios y en los hogares. Niños que asistían a misa aun diariamente durante años, después, cuando mayores, no vuelven más. Es porque iban, no por motivos propios, sino llevados por sus educadores. No hicieron el acto volitivo de querer ir a misa, sino tal vez el opuesto de no quererla oír y quedaron con el hábito de no querer ir a misa.
B) EDUCAR LA VOLUNTAD POR ACTOS.
Hay en todas las lenguas dos palabras magníficas ennoblecedoras, creadoras: “Si” y “No”. Saber decir “SI” cuando vamos a paso de gigante o cuesta arriba, o aunque sea poco a poco, pero siempre adelante; saber decir “No”, sin concesiones, sin discusiones, sin vacilación, esto engrandece y fortifica.
Técnica reeducativa
1.º Los abúlicos, que por no haber hecho actos eficaces de voluntad vinieron a perder la conciencia o el sentimiento interno de ellos, deben ante todo ejercitarse en actos sencillos perfectamente volitivos (por ejemplo: andar, levantar el brazo, tocar un objeto… ) reproduciendo las características somáticas y los requisitos psíquicos hasta adquirir el sentimiento interno del acto eficaz. Vayan luego graduándolo de más fáciles a más difíciles.
El joven O.M., aunque educado en colegio católico, rompió en la Universidad todo freno moral, y por la costumbre de dejarse dominar por el vicio impuro, había llegado a una abulia e indecisión tal, que le parecía imposible contenerse. Se sentía abatido, esclavo y anulado en su personalidad. Además, la obsesión del vicio le estorbaba la concentración en el estudio.
No fue difícil convencerle que podría rehacer su personalidad y recobrar su antiguo vigor, reeducando la voluntad. En la primera semana de tratamiento hizo actos volitivos externos en ocho o diez ocasiones por día, respondiendo a estas preguntas:
1. “¿De qué se trata? ¿Cuándo y cómo se hará?” y contestaba concretando el acto: “Se trata de querer o no levantarse, de caminar por la derecha o por la
izquierda”, etc.
2. “¿Me es posible? Si yo mando a mis pies que vayan hasta tal sitio, ¿me obedecerán?” Y procuraba sentir su posibilidad con respuestas afirmativas. Altratarse de algo más difícil, decía con tono de certeza absoluta: “Sí, estoy seguro, puedo”.
3. “¿Hay motivos para quererlo? —Sí, aunque no sea más que para ejercitar mi personalidad y reeducarme”.
4. “¿Según eso, lo querré, sí o no?” Y se decidía interiormente, apartando la posibilidad contraria.
Experimentó tal gozo al sentir de nuevo su fuerza volitiva, que al tercer día vino a comunicármelo. Sé ejercitó luego en actos más difíciles y que exigían mayor vencimiento, y más tarde en algunos en que intervenía su pasión : v. gr., mandar a sus pies que en lugar de ir a tal lugar peligroso, fuesen a otro; a sus ojos, en vez de mirar hacia el objeto excitante, se fijasen en otro inofensivo, etc. A los 20 días se encontraba transformado.
En honor a la verdad hay decir que, a estos medios psíquicos, añadió el medio sobrenatural de reconciliarse con Dios por la confesión. Todos podrán utilizar este sistema para aumentar su eficiencia volitiva, ejercitándola primero en actos volitivos externos, fáciles y aun difíciles, y más tarde en actos internos (por ejemplo “quiero pensar en esto”; “cuando me venga tal idea o temor pensaré o haré tal cosa”, etc.).
2.º Para todos será utilísimo:
a) Distinguir el acto verdaderamente volitivo, la decisión, de los que no lo son; del deseo, impulso, veleidad e intención de obrar.
b) Concretar, para no contentarse con mero deseo o proyecto.
c) Graduar de fácil a difícil, para sentir la posibilidad y evitar los fracasos, o actos falsos de voluntad, con el desaliento que les sigue.
Podemos también dramatizar nuestro proceso volitivo presentándolo como una lucha y distinguiendo en ella cuatro etapas.
l. Presentación de contendientes: ¿cuáles son los actos que yo puedo querer o rechazar, v. gr., quedarme en la cama cuando me llamen o saltar de ella?
2. Lucha de contendientes: discusión de los motivos en pro y en contra : ¿qué utilidad o daño me trae el quedarme y qué ventajas el saltar?
3. Puedo dar la victoria a quien quiero. Sentir esta posibilidad.
4. Victoria de uno de ellos, dejándole como dueño del campo de la conciencia, imaginando concretamente cómo saltaré, y apartando la posibilidad de quedarme, es decir, haciendo esto último imposible para mi, por la decisión.
El mayor enemigo del esfuerzo volitivo es la indecisión, común a casi todos los enfermos. En la lucha de ideas practicas, si harán o no harán, si realizarán esto o aquello, no saben dar la victoria a una de las partes y concluir la discusión, excluyendo las otras posibilidades. Deberán corregirla rápidamente. “En la duda elige el camino que parezca mejor y ten valor para dejar los otros”. S.W. Ford.
Remedio de la indecisión
1) Cuando la indecisión proviene de abulia o pereza de la voluntad, será útil ejercitarse con frecuencia en actos volitivos aun en cosas pequeñas o indiferentes, o en las que ordinariamente hacemos por rutina.
2) Si es por falta de concentración intelectual por no poder fijar el pensamiento en el acto que intentamos realizar, reedúquese esta concentración y luego será fácil concretar el acto y decidirse.
3) Cuando la indecisión proviene de la equivalencia de los motivos en pro y en contra que parecen equilibrarse, si se trata de una cuestión importante y podemos consultar a una persona prudente, sería razonable hacerlo y decidirnos por su parecer.
Siendo el asunto de menos importancia o no pudiendo consultar, debemos decidirnos por cualquiera de los dos extremos. Algunos santos, en casos semejantes, hacían breve oración pidiendo a Dios resolviese la duda por la suerte, y se abrazaban confiados con el resultado.
4) Si la dificultad proviene de la variedad de motivos opuestos que al querer decidir o ejecutar oscurecen el motivo principal, debemos dejarnos impresionar únicamente por el motivo que nos movió primero, que suele ser el principal, y decidirnos en seguida sin considerar los motivos secundarios opuestos. El que no obra después que piensa es que pensó imperfectamente.
Educación invernadero, que sólo trata de evitar las ocasiones para hacer imposibles las faltas, ni meramente negativa, que se contenta con corregir defectos, sino positiva, que propone siempre progresos por realizar, perfecciones por adquirir, virtudes por practicar. Esto aumenta la alegría, el entusiasmo y el valor. La educación no consiste tanto en hacer practicar el bien, como en enseñar a quererlo.
Tuve un alumno de buen fondo, pero sumamente ligero y débil de voluntad; siempre estaba castigado. Pregúntele por qué no hacia esfuerzos para corregirse. “Yo sí quiero, pero no puedo”. Examiné su acto volitivo: no lo concretaba ni sentía su posibilidad. Le propuse, para que no faltase al silencio, que del recreo al estudio y del estudio al aula, etcétera, se mordiese la lengua. “¿Lo puedes hacer?” “Sí, Padre”. De este modo concretando y sintiendo la posibilidad, un día por darme gusto a mi, otro en honra de la Virgen o para agradar a Jesucristo, etc., hizo actos volitivos concretos. Por la noche le preguntaba: “¿Cuántas veces faltaste,” — “ocho”. —“Pues besa ocho veces el crucifijo y prométele no faltar mañana”. El resultado fue la enmienda rápida, alegre y completa.
La voluntad es para conquistarse el hombre a sí mismo, y la educación de la voluntad es la estrategia de esta conquista. E. Faguet
C) METODO IGNACIANO
El protestante doctor Vittoz sentía gran admiración por San Ignacio de Loyola. Decía que se había adelantado tres siglos a su tiempo en la fina introspección psíquica y en la atinada pedagogía que revela en sus Ejercicios y Exámenes.
El fin de San Ignacio es hacer al hombre perfecto: que proceda según las normas más sublimes del psiquismo superior, sin que le estorbe el psiquismo inferior o afecciones desordenadas como lo indica en el título mismo de su librito. Por eso dispone en los Ejercicios del “poder legislativo” para elegir, determinar y concretar la norma de vida; y en los Exámenes del “poder ejecutivo” para llevarlo a la práctica.
Los Ejercicios proponen los motivos más fuertes y nobles en si, asimilados por el ejercitante y reforzados por la afectividad de amor a Jesucristo. Así orientando el psiquismo superior, para que las pasiones no le desvíen, vienen las meditaciones preparatorias de la elección, seguidas de ésta, que concreta y decide la norma futura de su vida.
El “poder ejecutivo” tiene un instrumento sumamente eficiente en el examen particular, verdadero “voluntímetro” y “voluntígero” (es decir, un “medidor” y un “generador” de voluntad), que nos hace ejecutar actos verdaderamente volitivos concretándonos a una sola virtud o vicio, y en tiempo y lugar. determinado; que nos hace sentir su posibilidad y facilidad, comenzando por cosas externas y fáciles, para seguir por las difíciles e internas, exigiéndonos solamente el esfuerzo y vigilancia por medio día. Finalmente, nos hace renovar tres veces por día la decisión y reforzarla con las comparaciones de un examen a otro, con la contrición cuando faltamos, con el amor a Jesucristo y con la oración y confianza en Dios.
Es un tratamiento psico-espiritual eficacísimo para curar las enfermedades psico-morales, que son nuestros defectos. El doctor Schleich, protestante, profesor de la Facultad de medicina de Berlín, afirma aún más: “Con toda seguridad y convicción digo que con esas normas y ejercicios en las manos, podríamos aún hoy día transformar nuestros asilos, prisiones y manicomios, e impedir que fuesen recluidos los dos tercios de los que allí están”.