IX.- EL DIRECTOR ESPIRITUAL DE LOS COLEGIOS CATOLICOS

(Medio principal para conseguir el fin del colegio católico)

Elprincipal instrumento para una educación cristiana es el director espiritual consagrado de lleno y exclusivamente a esta labor; tanto, al menos, como cualquier profesor está consagrado a su asignatura y excluyendo toda otra actividad que pueda restarle confianza por parte de los alumnos.

Esta dirección espiritual y colectiva no debe en manera alguna imponerse a los alumnos: hay que hacérsela sentir como una verdadera necesidad. Una vez sentada esa necesidad, y contando siempre con un buen director espiritual, se consigue con gran facilidad que los lleguen a tener una verdadera y eficaz dirección espiritual.

1.- Medios para hacer sentir a los niños y jóvenes esa necesidad de dirección

A) Inculcarles constantemente: El santo temor de Dios.
Sintiendo un verdadero temor de Dios y horror al pecado mortal, y la necesidad de estar y vivir en gracia; como él ve prácticamente la dificultad de esa gracia, la dificultad de vencer sus pasiones y no pecar, al momento verá y sentirá la necesidad de una mano que diariamente le ayude y le sostenga y le cure, como un solo médico es quien le trata y visita y cura sus enfermedades corporales.

El Padre espiritual es el gran educador de la libertad en todas las instituciones educadoras. Porque son los medios sobrenaturales los grandes resortes que han de mover la voluntad a huir del mal y practicar el bien. Esos medios son:

La oración.
Los sacramentos.
La mortificación.
La devoción a la Virgen.
Elconsejo.
La claridad del espíritu.

B) La docilidad.
Ninguna de las libertades físicas que puedan concederse a los educandos tendrá eficacia, en orden a su buen uso, si no está éste informado ante todo del móvil sobrenatural y como recurso auxiliar y poderoso de los motivos de orden natural: el pundonor, el premio, las conveniencias del porvenir.

Por consiguiente, es el director del espíritu el gran educador de la libertad, cuando tiene arte para infiltrar en las almas la piedad, el temor de Dios y, consiguientemente, el vencimiento propio; primero, el necesario para evitar el pecado, y luego el necesario para la práctica de las virtudes.

Complemento preciso para la educación de la voluntad libre, supuesta esta formación del espíritu, será el ejercicio de ciertos movimientos espontáneos, dentro de las instituciones educadoras, y la inculcación de la trascendencia de educar la libertad para la formación completa del hombre, en orden a los futuros destinos de la vida temporal y eterna.

C) La meditación diaria
¿Cómo se llega a inculcar a los niños y a los jóvenes el santo temor de Dios, el horror al pecado y la estima de la gracia? Hemos de partir del supuesto que, habiendo disminuido tanto la fe, el temor de Dios escasea muchísimo, y que esta estima ya no se enseña ni aun en el seno de las familias que se llaman cristianas.

Por tanto, deben redoblarse nuestros esfuerzos en este sentido. ¿Cómo? Por el único método posible. Por medio de la meditación y de la oración. Es un prejuicio de consecuencias desastrosas creer que los niños son incapaces de meditar y orar. A partir de los doce años, los ejercicios son, en los momentos actuales, una verdadera necesidad para los jóvenes. Déseles al principio de curso, siquiera por tres días, insistiendo sobre todo en las grandes verdades de nuestra fe: el fin del hombre, la salvación del alma, el pecado y sus consecuencias: muerte, juicio, infierno…

D) El temor Dios y los ejercicios espirituales cerrados.-
Pero este impulso inicial hay que mantenerlo durante todo el año con la consideración diaria de estas grandes verdades, no con miras tanto a la instrucción de sus inteligencias cuanto a motivación para sus voluntades.

Aparte de la gracia de Dios, la voluntad del niño se siente fuerte y robusta por la presencia en su ánimo de las verdades eternas. El niño inconstante, olvidadizo, impresionable, necesita esas ideas de un modo constante y diario. De lo contrario, desfallece y cae.

Las necesitan los religiosos después de muchos años de vida sacerdotal y religiosa; ¿cómo no las van a necesitar los niños y jóvenes? Con gran fruto para los alumnos, y sin detrimento para los estudios, se tienen días de retiro, y aun en Cuaresma, ejercicios cerrados para los más capaces.

E) El colegio y el Padre espiritual.-
Este ejercicio diario acaba por impresionar a los niños, impresiona a los jóvenes, ni más ni menos que a nosotros. ¿Consecuencia? Les hace instintivamente buscar ayuda. Y es el momento oportuno. Si el colegio, preocupado por este problema, ha buscado un sacerdote, apto, que en y ante los alumnos sólo para ellos, éstos gustosamente se le entregan en la confesión, y en la dirección y trato individual; llegando a estimar la persona que la encarna como la cosa más preciada del colegio para ellos. Esto no quita que haya en colegio otros confesores y aun abundancia de confesores, ni tampoco que algunos puedan dirigir, ni que todos los niños sean capaces de dirección.

¿Cómo se conseguirá más fácil y prontamente esa entrega total de los niños al director espiritual puesto por el colegio? Supuesto que el director espiritual es el principal instrumento del colegio para conseguir lo más fundamental de él, colaborando todos, empezando por los que dirigen. y, sobre todo, por éstos, para facilitarle el trabajo, privada públicamente; y encareciendo la necesidad de acudir al director espiritual; en concreto, al señalado y puesto por el colegio. Claro que siempre teniendo en cuenta que jamás se debe forzar y que siempre, por mil razones, habrá quien no se arregle con él.

El director espiritual ha de aparecer como cargo y oficio público, en el sentido del aprecio y estima de cuantos trabajan en el colegio, especialmente de sus directores; ya que representa el principal instrumento de educación, en el sentido de que su trabajo no nace de iniciativa particular, sino de su misión altísima, que está por encima de otra misión y debe extenderse por voluntad de los directores a todo el colegio y a cada uno de los alumnos.

De todo lo cual deducimos:

1. Sólo cuando lleguemos a esto en nuestros colegios habremos conseguido eficazmente el fin que nos propusimos al abrirlos, en el punto más fundamental.
2. Sólo quiere eficazmente ese fin quien quiera este medio.
3. Los problemas hay que afrontarlos y resolverlos conforme son y se presentan; y el problema de la gracia de Dios, en todos, pero de una manera particular en los niños y jóvenes, hoy es un problema dificilísimo. Negarlo sería negar la evidencia misma. Este problema tiene que tener remedio, pues de lo contrario haríamos una injuria a Dios.

Nosotros concluimos que el remedio es el expuesto, siendo además el único y verdaderamente eficaz para conseguir el fin que se pretende. La razón, por otra parte, es clara. Lo dicen los santos y maestros de la vida espiritual. Pero lo dice la experiencia; todo aquel que ha resuelto este problema, lo ha resuelto por este medio.

2.- Como ha de ser el Padre Espiritual
Depende exclusivamente del concepto que se tenga de lo que debe ser un Padre espiritual. Si lo que se ha de exigir de él es que eche una plática de quince en quince días, prepare a los alumnos para la confesión semanal, prepare a los pequeños para la primera comunión y confiese durante la misa a los que quieran reconciliarse con él, entonces, con ser importante el cargo, lo será incomparablemente menos de lo debido.

De ese modo vendría a ser una especie de capellán, que confesara y diese un retiro de cuando en cuando. ¡Gran equivocación! Porque, en realidad, aunque lo que vamos a decir parezca exageración y falsedad, no lo es, sino verdad. El Padre espiritual de los colegios es y debe ser un maestro de novicios, no religiosos, sino seculares.

Porque si no ha de educarlos para la perfección religiosa, con sus votos de pobreza, castidad y obediencia, sí ha de educarlos para la perfección cristiana. No ha de educarlos para oír misa los domingos, comulgar con frecuencia y no pecar mortalmente, sino para algo más perfecto: para ser sólidamente virtuosos, castos, mortificados, entusiastas del apostolado católico.

Ahora bien, eso no puede hacerlo sino un Padre espiritual de cualidades no vulgares, y como es ése el blanco adonde tira la educación en los colegios religiosos, de ahí se desprende la consecuencia de que, en cierto modo, el cargo de Padre espiritual es de más importancia que el propio cargo de rector.

3.- Selección de los Padres Espirituales
Saquemos, pues, de aquí la consecuencia de seleccionar los Padres espirituales y de darles el prestigio, la autoridad, el apoyo y la libertad que necesitan para desempeñar bien su cargo. Nosotros descartaríamos de este cargo:
– Los que no sientan gusto en el trato con los niños.
– Los que no sean verdaderamente espirituales.
– Los que no vean la importancia de este ministerio.
– Los que carezcan de arte y paciencia para inculcar en los niños la piedad y el temor de Dios.
– Los que tengan prejuicios la conveniencia de cultivar vocaciones en los colegios.
– Los que quieran ocuparse en otros ministerios al mismo tiempo que en el de dirigir colegiales.
– Los que no hayan de ser estables por muchos años en este cargo.
– Los viejos, que ya no están para nada.
– Los jóvenes que no sirven para otros cargos.
– Los que no sientan hondamente el ideal del apostolado.
– Los que se contenten con que los niños no pequen mortalmente.
– Los desconocedores de los niños
– Los que no sepan hacerse amar y, por consiguiente, los que no sientan hacia ellos un amor afectivo y comprensible.

De todo lo cual se deduce que los Padres espirituales aptos han de ser muy contados.

A) El Padre no puede hacer otra cosa.-
Unrector no puede darse a la predicación. Un encargado de disciplina no puede consagrarse a dirigir Hijas de María. Un Padre espiritual de los niños no puede dedicarse a escribir libros de matemáticas. Harto harán si, entregándose enteramente a su oficio, pueden cumplirlo bien. Parece la cosa obvia, pero recordamos el caso de un Padre espiritual que fue al mismo tiempo misionero rural. No lo era de un colegio, pero lo era de un seminario, caso más grave y perjudicial.

Ya hemos dicho que el Padre espiritual de un colegio no es un capellán, sino un maestro de novicios seculares. ¡Qué maravillosos novicios sacaría un maestro de novicios religiosos si de cuando en cuando se fuese a dar misiones por los pueblos! El mismo fruto sacaría el Padre espiritual de un colegio si se dedicara a otros ministerios. Cada uno a lo suyo totalmente; que cuando es obra de importancia, se hace más con diez bien atendidas que con ciento mal cultivadas.

B) Formación por la acción.
El método activo, que es el único racional cuando se trata de enseñar bien letras o ciencias, es el único racional cuando se trata de enseñar virtudes. Los Padres espirituales han de instruir a los colegiales hablándoles con mucha frecuencia privada y públicamente, individual y corporativamente.

Ello es preciso, porque más que nunca hoy les hablan todas Las cosas de gozar: los espectáculos, la prensa, las costumbres públicas, las amistades, las familias. Todo se ordena a gozar sin consideración a los medios ni a los peligros morales. Y se ordena queriendo convertir la vida cristiana en una vida de diversión continua.

Pero el hablar a los niños de sus peligros y de las virtudes, no basta; hay que formarles por la acción. Bueno es decirles los peligros que tiene el cine, pero es mejor ejercitarlos en el sacrificio, haciéndoles destinar el tiempo que habrían de consagrar al cine a enseñar el catecismo a niños desarrapados. Bueno es hablarles de las misiones de infieles, pero es más práctico hacerles sacrificar unas monedas en favor de los niños gentiles. Bueno es predicarles la caridad con los pobres, pero es más educativo hacerles visitar tugurios y socorrer de su bolsillo a los necesitados.

Hacer practicar las virtudes es mejor que platicar sobre la excelencia de las virtudes.