VI.- EXAMEN DE UN ASPIRANTE A EDUCADOR.

– Examinador .- ¿Qué cargo le han dado a usted en el colegio?
Aspirante .- Enseñaré historia y geografía. y seré inspector.

– Examinador.- ¿Con arreglo a qué normas?
Aspirante.- Mí plan es: nada de confianza con los muchachos, mucho ojo para que no me la peguen, y al que la haga, que la pague.

– Examinador.- ¡Son principios trascendentales! ¿Tendrá usted carácter para mantener el orden en la clase y en la división?
Aspirante.- No sé; pero estoy resuelto a que nadie se desmande. Si uno me falta, le castigo; si me faltan diez, los castigo; si me faltan veinte, veinte castigos.

– Examinador.- ¿Cree usted que con castigos frecuentes hará usted niños buenos?
Aspirante.- No tengo más erudición en el asunto.

– Examinador.- ¿y si uno o dos hacen el moscardón y no da usted con los culpables?
Aspirante.- Muy sencillo: todos sin recreo.

– Examinador;- Eso es injusto y cría mala sangre. ¿Cómo hará usted que atiendan en clase?
Aspirante.- Si hacen pajaritas y los cojo, se divierten.

– Examinador.- De modo que el método será llevar siempre una espada levantada en alto, y al que se descuide… ¿Cómo se han de estimular los niños para que estudien?
Aspirante .- Con las notas.

– Examinador.- ¿Con qué criterio piensa usted ponerlas?
Aspirante .- Si un niño merece un siete, le pongo un cinco, para que apriete más.

– Examinador.- O menos, por la injusticia y porque el espíritu se le deprime. ¿A usted agradaría eso? ¿Y le parecería justo?
Aspirante.- No, señor.

– Examinador.- ¿En qué consiste el método activo?
Aspirante.- Me figuro que será en hacer que los chicos estudien mucho.

– Examinador.- No, sino en que hagan lo que se les enseña: si aprenden francés, que lo hablen; si castellano, que compongan; si matemáticas, que resuelvan problemas. Pueden estudiar mucho y no hacer nada. ¿Cómo hará usted la repetición para que los discípulos se queden con las materias bien aprendidas?
Aspirante.- No tengo la menor idea. Sólo entiendo que será necesario repetir mucho.

– Examinador.- Es que se puede repetir muchísimo y no quedarse con nada: si pata aprenderse el credo se repitiese seguido todo él cincuenta veces. ¿Cómo dará usted carácter religioso a la enseñanza?
Aspirante.- En primer lugar, ya se lo da el colegio con el Padre espiritual, los actos de culto, etc. En segundo lugar, siempre se reza al principio y fin de la clase. En tercer lugar, hay asignatura de religión. Así que yo, historia y geografía.

– Examinador.- De modo que, en definitiva, no conoce usted el plan de enseñanza del colegio. Me refiero a los métodos de enseñar los principios de pedagogía en la instrucción de los alumnos.
Aspirante.- Tengo la formación literaria y magníficas de un instituto docente, conozco los métodos con que me he formado y de ellos puedo aprovechar muchas ideas fundamentales, pero sospecho que todo ello no es suficiente para conocer lo que exige una clase de niños para educarlos e instruirlos convenientemente.

– Examinador.- Ni es suficiente para el conocimiento y aplicación de ciertas normas educativas, que son de antes, de ahora y de siempre; porque son de razón y de sentido común. ¿Cree usted, por ejemplo, un niño puede educarse bien, si en el colegio no está razonablemente contento?
Aspirante.- No, señor.

– Examinador.- ¿Cree usted que se pueden vocaciones en los colegios si el Padre espiritual se contenta con tener una plática cada quince días, o si no cultiva a los selectos individualmente?
Aspirante.- Lo ignoro en absoluto.

– Examinador.- ¿Cree usted que sin una selección exquisita es posible haya en el colegio el bienestar debido?
Aspirante.- A mí me parece que no.

– Examinador.- ¿Cree usted que la vida escolar puede hacerse amable y los educadores amables, si la disciplina es extremada y el trato de los niños con sus familias como si fueran novicios? La organización de los juegos, la de la emulación en clases y divisiones, el modo de tener los actos del culto divino, todo ello debe someterse a ciertos principios educativos, so pena de convertir los que son medios de formación en medios de deformación. ¿No le parece a usted?
– Aspirante.- Supongo que sí.

Examinador.-Hay educadores que forman a sus muchachos de manera que pueden dejarlos solos en el estudio y solos en la capilla y proceden los niños bien, como si estuviesen vigilados. Es cuestión de educadores. Forme usted a los muchachos para que obren por conciencia, por deber, por amor de Dios, por temor de Dios. Ámelos usted igualmente a todos, sacrifíquese usted por ellos, procúreles su bienestar en las mil menudencias de la vida escolar, piense usted que hace las veces de padre y de su madre, incúlqueles el temor de Dios, cuando se ofrezca; proceda siempre como un buen religioso, aproveche las ocasiones que la clase le presente para inculcarles brevísimamente ideas ascética sustanciales, siempre las mismas, y una vez ganado su corazón por el hará de ellos cuanto quiera.
– Aspirante.- ¿De modo que el régimen del temor, de los castigos generales, de las notas bajas, de la vigilancia extremada, es deseducador?

Examinador.- Sí, señor. Es funesto; porque nadie puede educar si antes no se hace y nadie se hace si antes no ama, más que de palabra, de obra. y la obra en el colegio es la vida del colegio, que ha de hacerse gustosa, muy especialmente los profesores e inspectores. La gran influencia de los padres y las madres en la educación de los hijos es obra del amor. Por el amor se sacrifican los padres y por la correspondencia a ellos se educan los hijos. Los hijos que aman a sus padres son buenos, estudian, obedecen y son la gloria y el honor de los que les dieron el ser. En Nov.-¿De modo que, en resumen, en debidamente a los educandos puede compendiarse toda la educación?

Examinador.- Por lo menos, es la base más general y fundamental de ella.