I.- EL OPTIMISMO

Optimismo es la propensión a juzgar de las cosas bajo el aspecto más favorable. Optimismo en la misión será la propensión a juzgar del éxito de los trabajos apostólicos de un modo halagüeño.  Juzgar siempre de un modo optimista es necio. Hay hombres que siempre juzgan triunfos sus actos, aunque sean vulgares. Eso es puerilidad ridícula.

Estamos hablando del optimismo sensato, que ve realidades y no visiones, aunque la tendencia sea a destacar en las circunstancias más temerosas, la parte más agradable y lisonjera.  Las realidades en que se funda el apóstol optimista son, de una parte, el poder de la gracia de Dios, y de otra, el hombre mismo, en el que hay más reservas morales y religiosas de las que se suelen suponer.

Esto en cuanto al optimismo, en general; en cuanto al particular de casos determinados, las realidades son las cosas mismas, hechos o situaciones que se juzgan; v. gr., el estado moral y religioso de España en el momento actual.  Supuestas estas consideraciones, el pensamiento nuestro es: «La sociedad actual con un apostolado inteligente puede rendir frutos maravillosos de regeneración moral y religiosa». El optimismo lo extendemos a todo el campo de las actividades católicas, a la enseñanza, a los medios de comunicación, la política..etcétera.

¿España, y sobre todo los países hispanos, son católicos? Sí: porque tiene la fe católica.¿Hay blasfemias, abortos, eutanasia, divorcio, adulterios, homicidios, perjurios, robos, pecados y crímenes de todas clases? Sí. Luego no obsta para que a un pueblo se le llame católico, aunque peque.  Será un pueblo pecador, pero católico.

La religión no es sólo el deber religioso cumplido, aunque sea la parte más principal, sino su fe, sus costumbres, sus devociones, sus manifestaciones religiosas, sus sentimientos hondos, su lenguaje, sus saludos, sus caridades, la muerte, todo cuanto en la vida está influido por el Evangelio. Hay regiones enteras en España en que generalmente se cumple en la Semana Santa; pero las hay también, sobre todo las grandes urbes, en que faltan muchos a este deber. ¿Eso es suficiente para decir de España que no es católica? No.

Síntomas  para el optimismo.

Síntoma 1.o- En la situación actual de la mayoría de los países de Hispanoamérica y de la misma España, hay comunistas o socialistas que forman parte de las cofradías de Semana Santa, comunistas que hacen funerales por sus víctimas, que se disputan las andas de sus Vírgenes, gente sin fe que atacan sin cesar a la Iglesia pero que después piden los sacramentos; gobernante laicos que rezan en los entierros civiles, pueblos indiferentes que vitorean sus veneradas imágenes, hombres que se descubren la cabeza al entrar en los templos para luego maldecir a los curas, feministas que con una mano amenazan, los puños en alto, y con otra se santiguaban al pasar por delante de la parroquia. Nada de esto tiene un valor sintomático para los espíritus superficiales; pero lo tiene grande para los observadores.

Síntoma 2.O- La facilidad con que se desenvuelven en España o en los países hispanos las grandes obras del apostolado, cuando se ponen al frente de ellas hombres preparados. ¿Qué revela esto? Que si las fuerzas del secularismo, del relativismo que parecen dominar la sociedad actual, no se imponen de forma ilegal y violenta, la reacción católica podría producir frutos incalculables. Queda una duda: De un pueblo eminentemente católico, ¿puede salir un gobierno incendiario de la cultura católica? Sí, porque los enemigos de la fe gozan de unos tremendos medios de propaganda para sus ideas y los católicos no tienen ni idea de su necesidad.

Así se dio en España, que las revueltas y quema de Iglesias y conventos antes de la guerra civil  fueron preparadas desde las alturas,  o con premeditación alevosa, o por ineptitud o debilidad. Sin embargo se ganó la guerra, la España católica, con sus mártires, medallas y escapularios al cuello, sus cánticos religiosos, sus confesiones y comuniones en los campos de batalla, ganó a fuerza de heroísmo: por su fe y su valor.