X.- EL TEATRO
Existe la convicción entre la mayoría de los españoles de que para que una obra escénica tenga éxito y acudan a oírla y aplaudirla públicos numerosos es preciso que el asunto sea inmoral y sobre todo verde. Es una idea funesta. Porque esa convicción nos aleja de la posibilidad de pensar en un plan serio, no ya de regeneración del teatro, sino del teatro como instrumento de propaganda católica.
Cuando la verdad es todo lo contrario, a saber: que el teatro moral, y más aún el teatro religioso, tiene una fuerza de atracción enorme. Tenemos en las obras de teatro españolas muchas muestras de ello. Su éxito se ha debido, más que a sus bellezas literarias, a sus delicadezas espirituales. Ha triunfado porque, siendo el asunto profundamente religioso, lo ha sabido tratar el autor bellamente. En la representación de muchas de ellas han concurrido para su éxitodos circunstancias: el talento del autor para desenvolver un argumento religioso y el talento de los empresarios para saber presentarlas.
Estamos ciertos de que si un empresario inteligente quisiera explotar, por ejemplo, la mina riquísima de nuestros obras teatrales haría una propaganda y un negocio. Nosotros hemos visto con nuestros propios ojos la emoción intensísima con que se han seguido determinados autos sacramentales españoles a pesar de ser tan religiosos.
Siendo ello así, ¡con cuánta facilidad podría hacerse un teatro interesante, no de carácter religioso, sino limpio moralmente, más aún, de tesis moral y católica, en que se atacase a fondo un problema palpitante! Ya hemos indicado la dificultad: encontrar hombres de talento dramático y empresarios inteligentes.