IX.- EL CINE
1.- Medios de contrarrestar sus efectos
Por lo pronto no es lamentarse. ¿Qué sacamos con eso? No es hablar mal del cine. El remedio no es dar algunas conferencias aisladas sobre sus efectos. ¡Unas conferencias para contrarrestar el mal de la asistencia semanal a películas inmorales de 250 millones de personas! No es reglamentar la asistencia de los niños y adolescentes a ciertas películas, solución incompleta e inadecuada. No es mutilar las películas, cortándoles episodios escabrosos, porque cooperamos a esa producción, que, en último término, es inaceptable. Ni es sólo publicar el juicio de las películas inmorales, porque muchos, aun a sabiendas de que son inmorales, irán a verlas, o precisamente por serlo o, por lo menos, a pesar de que lo son.
2.- El remedio es el cine decente
El hombre necesita diversiones; o se le dan buenas, o se las tomará malas. Pero, ¿es posible un cine decente? Muy posible, si se le dan las condiciones necesarias de vida. Desde luego, no es un obstáculo económico, sino una ventaja, digan lo que digan los pesimistas. Pero adviértase que decente y ñoño no son sinónimos.
Dos dificultades principales tiene el cine moral: el hombre y el dinero. Con ser mucha la del capital, es mayor la del que se ha de poner al frente de las empresas. Porque ha de tener un criterio moral y justo, equidistante de los dos extremos: el de la laxitud y el del rigorismo, cosa extremadamente difícil, y que es la base, no sólo del carácter católico de la obra, sino de su éxito económico. Ha de tener una visión artística exquisita para que no degenere la obra en ñoña, por no caer en el vicio de ser libre.
Ninguna empresa podrá contentar a todos, porque la variedad de los gustos, y de las conciencias, y de las edades de los espectadores es muy grande; pero es que nosotros mismos hemos conocido empresas católicas con unas tragaderas morales imposibles. y por eso mismo fracasaron.
3.- Medios complementarios
a) La critica severa de las películas por parte de los medios de comunicación católica
De ordinario, se peca de laxitud de criterio, porque los criticas no son moralistas, sino periodistas, los cuales, con dificultad, adoptan un criterio seguro por desconocimiento de los principios morales, por la costumbre de ver lo reprobable o porque son de diarios que, a la par que hacen la crítica, admiten los anuncios de las empresas, y el temor de disgustarlas atenúa el rigor de la crítica.
b) La negación absoluta por parte de la prensa católica a publicar anuncios de películas, series y anuncios inmorales. Tres ideas expondremos en relación con la publicación de anuncios del cine: la licitud, el decoro, la generosidad.
La licitud – En cuanto a ella, hay una norma segurísima: la crítica moral. ¿La crítica católica rechaza un anuncio? El diario lo rechaza. ¿El crítico católico juzga que puede publicarse? El diario lo publica. Cumplido todo esto, quien censura la publicación, como si el periódico católico no tuviera conciencia y sólo buscase el dinero, falta gravemente a la caridad y a la justicia contra la honra ajena, y se erige en censor del que critica una película por inmoral. Podrá ser que haya otros motivos, aparte la licitud, para no publicar anuncios de determinadas películas de cine; pero lo que no se podrá hacer es corregir el juicio de la crítica moral y tachar de malos católicos a los que, sometiéndose a ella, hacen cuanto tienen obligación de hacer
Decoro.- Una cosa puede ser lícita y no decorosa. Si un sacerdote no puede alquilar una casa propia, sino para bailar, le sería lícito hacerlo; pero decente no. De la misma manera puede haber anuncios que en un diario católico sean morales; pero convenientes, de ningún modo.
Generosidad.- Nosotrospediríamos a la prensa católica que hiciese guerra sin cuartel a toda película indecente, aunque pudiera lícitamente anunciarla. Por dos razones: de orden sobrenatural, una; otra, de orden natural. La causa por la que se aceptan los anuncios de películas inmorales es porque, haciéndolo conforme a las indicaciones de la crítica negativa, es lícito anunciarlas y, por otra parte, conveniente para el sostenimiento y progreso del periódico. Pues bien: decimos que una empresa que renunciase a esos beneficios lícitos, confiada en la Providencia, haría una obra meritísima a los ojos de Dios y no podría ser abandonada por Él: Si hay alguna obra en que Dios muestre su Providencia, es la prensa católica. ¿Cómo? Con aportaciones imprevistas de capital, con aumentos insospechados de edición etc.…
Las razones de orden natural son: La simpatía y adhesión de los católicos, que se pierde, con las consiguientes bajas en la compra del periódico y en el espíritu de propaganda, cuando la conducta del periódico, aunque lícita, no aparece tal ante el pueblo. La influencia en la producción de películas decorosas que compensaría, en parte, la falta de anuncios de películas no decentes. Piénsese en lo que pasó con la película La Pasión. El productor fue el mismo que el director, que tuvo que aportar todo su dinero porque nadie quería financiar su producción por ser una película tan religiosa. Al final la película fue un éxito de taquilla porque se puso la confianza en Dios.
¿Es esto una quimera? Es, por lo menos, una esperanza fundada. Algo aleatorio, pero probable. y en eso estriba la generosidad del católico, cuando se hace el bien Dios premia siempre. Los anuncios de películas indecentes producen el mal inmenso de habituar al pueblo a la idea de que no es tan grave asistir a la proyección de cintas cuyo anuncio se divulga en los periódicos más defensores de la religión y la moralidad. ¿El director de cine, programas de TV o series sería lo que es, haría tanto mal como hace, si la prensa no lo sostuviese y se enfrentase resueltamente contra la inmoralidad?» Y más adelante: «He aquí lo que la prensa cinematográfica no debería jamás olvidar: no hacerse nunca intermediaria del mal; no decir jamás palabras que puedan parecer mofa de la virtud ni elogio del vicio, como sucede tantas veces con tan tristes circunstancias.»
c) El boicot
Siempre que se emprende una campaña contra algún mal grave de la sociedad, parece que el demonio nos sugiere al oído esta palabra: imposible, y nosotros, a quienes resulta muy persuasivo cuanto contribuya a convencernos de que no debemos trabajar, nos quedamos con ese lenguaje tan satisfechos. Satisfechos y engañados, porque nada de eso es imposible.
Los padres de familia, las organizaciones católicas, la sociedad en general, reaccionaron antes de la guerra española contra las indecencias del cine. No era sólo el boicot lo que se organizaba; era la misma distribución, producción, apertura y asociación de salas de cine indecoroso, y fue el movimiento tan hondo y extenso, que ya los dueños de salas se preocupaban y las empresas productoras se percataban de su importancia y estaban dispuestas a pactar. En último término, lo mismo les daba lucrarse con lo limpio que con lo sucio.
El boicot adoptó muchas formas: Denuncia de películas inmorales a la Autoridad Judicial Política y Gubernamental Carteles en las puertas de las iglesias con las películas prohibidas. Publicación en revistas y periódicos de las películas no recomendadas. Protestas espontáneas del público contra la exhibición de desnudos. Compromiso por escrito de particulares y sociedades de no asistir a películas inmorales o cines reconocidos como tales. Creación de centros de información sobre el valor moral de las películas.
d) La Legión de la Decencia
Hace muchos años, los católicos de Estados Unidos emprendieron una magnífica campaña bajo la dirección de los prelados, con este slogan: «Por de pronto, desechemos el pensamiento de que eso no es posible.» La Comisión de prelados nombrada para el caso publicó un artículo en la Ecclesiastical Review, en que decía: «Cuando los obispos, los sacerdotes, los fieles y el sentido común se unen en defensa de una misma causa, el éxito no es dudoso.» Nosotros suscribimos entusiasmados estas palabras.
Resultado: se constituyó en todos los Estados Unidos la Legión de la Decencia. Un millón de católico pidieron el boicot al inmoral. Dos millones de niños se adhirieron a la campaña. Se unió a los católicos, la Conferencia de Rabinos Americanos y el Consejo Federal de Iglesias Cristianas de América, grupo protestante. Mister William H. Hays, que representaba al más potente de los intereses de la industria cinematográfica, anuló todos los contratos relativos a aquellas películas calificadas de inmorales por la censura eclesiástica. y, como consecuencia de todo esto, la cruzada contra las películas inmorales costó a la industria inmoral del cine más de diez millones de dólares de aquella época.
Y ahora preguntamos: ¿sería posible hoy en día una cruzada como la de los católicos yanquis ante tanta basura como hay en los medios? Se podría establecer una nueva clasificación de las películas, de los programas y series televisivas según estos tres matices: Tolerada, Aprobada y Recomendada. La primera sólo deben verla las personas mayores de dieciséis años; la segunda pueden verla los menores de esa edad, si bien no se recomienda; la tercera es para los niños. Tal vez a algunos les parezca arbitraria la clasificación, pero téngase en cuenta la índole, educación, desarrollo de los jóvenes…
4.- Necesidades urgentes
Pocas empresas productoras, fuertes, bien orientadas, capaces de producir un centenar de películas, programas o series al año. Su elección de asuntos, con arreglo a nuestra ética y nuestra historia. Distribución de nuestro cine en el extranjero, principalmente en Hispanoamérica. Formación de técnicos y creación de una organización que promueva la producción de series, documentales o películas. Es ahora de ponerse, en estos momentos en que hay tan poca creatividad.
Los belgas tuvieron hace muchos años un CENTRO CATÓLICO DE ACCIÓN CINEMATOGRÁFICA. Su fin era, según sus Estatutos, «realizar en el terreno del cinematógrafo el programa de la Acción Católica». Esta organización abrazaría todo el dominio cinematográfico. El cine está ahí. Él transforma el mundo en que vivimos. No está en nosotros el poder elegir. O nos apoderamos de este medio de difusión de las ideas a nuestras convicciones más queridas o las ideas necesarias a la sociedad serán cada día más combatidas y derrotadas.