5.- Apostolado de los negocios

¿Quién no conoce muchos géneros de apostolado? El de la oración, el del ejemplo, el de la prensa, el de la cultura, el de la política… Pero ¿el del negocio? Resulta casi una blasfemia. Apostolado y negocio, parecen dos cosas contradictorias. Pero no lo son. Sería cosa excelente que todos los católicos entendiéramos esta idea; pero sería más necesario que lo entendieran todos los que, tienen que dedicarse a los negocios en una o en otra forma.

Nos explicaremos. ¿En qué invierten su dinero los empresarios? En empresas de electricidad, gas, telefonía, construcción, alcohol etc.. de cualquiera cosa que rinda dinero. En hoteles, en bares, en cafés, en transportes. Es decir, en negocios que den euros, porque satisfacen una conveniencia o necesidad material. Cuando la conveniencia es más general, más apremiante, más agradable y, si es posible, más nueva, el negocio es mejor.

Pero éstos no son los negocios de los apóstoles. Los apóstoles son los que en el negocio buscan, en primer lugar, un bien moral o religioso, y, en segundo término, un bien económico y material. Este segundo término no significa que si se obtiene dinero
se negocie, y si no se obtiene, también.

Eso no sería apostolado del negocio, sino de la ruina. y ese apostolado sólo se puede desear para los apóstoles del negocio inmoral, del «cine» inmoral, de la revista inmoral, de la TV inmoral. El apostolado del negocio debe ser tan seguro, aunque pueda no ser tan lucrativo como el de la otra clase de asuntos. El negocio de los apóstoles debe ser aquel en que predomine el interés por el bien moral, o, por lo menos, lo acompañe siempre, de modo que se logre siempre un bien espiritual, aun que no se logre siempre el mayor bien económico.

¿Hay muchos de estos apóstoles?
¿Muchos que inviertan su dinero en un negocio que, rindiendo interés al capital, rindan provecho a la religión?
¿Muchos que inviertan su dinero en un «cine» moral, en una TV moral, en una editorial católica, en una radio católica, de modo que, haciendo negocio, logren un bien para la Iglesia o para la patria?
Poquísimos.

Lo funesto no es que se busque el lucro, que puede ser cosa lícita, sino que el negocio se haga precisamente explotando lo ilícito. Lo funesto es que se logren ambas cosas a
la par: una fortuna y una ruina social. Muchos se preguntan si en conciencia se podría abrir un «cine», un espectáculo ó un disco-bar en un pueblo de importancia, en que aún no se establecido ningún otro. Le contestamos: Sí. Porque si no lo abrís vosotros, otros lo abrirán muy pronto. Ellos para hacerse ricos y hundir moralmente al pueblo Por ejemplo vendiendo drogas, alcoholizando y poniendo sexo en pantallas a la juventud en esos locales.

¡Tiene la cosa tantas dificultades! Pero no invencibles. Y la evitación del mal inmenso de un disco-bar indecente bien merece el trabajo y la preocupación del vencimiento de esas dificultades.

¡Lástima que sea tan raro ese apostolado!
¿Es imposible o extraordinariamente difícil? No.
¿Es que los católicos aman más el dinero que el bien de las almas?
No. Es falta de iniciativa.