V.- LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LOS CATÓLICOS

1.- ¿Qué puede exigir el  medio de comunicación católico de los católicos?

a) Que no le censuren
Cuando los seguidores de un medio de comunicación están conformes en absoluto con todas y cada una de sus afirmaciones, es que lo consideran el Evangelio. Sólo el Evangelio no se equivoca entre todos los escritos del mundo. Cuanto un hombre tiene más excelsa inteligencia e independencia de juicio, menos puede estar conforme en todo con las ideas de otro hombre; ¡cuánto menos con las de un periódico en que escriben muchos!

Pero no por eso hemos de combatirlo; con ese criterio, ni a los santos deberíamos respetar. Tengamos en esto, como en todo, el sentimiento de lo humano: lo humano es errar. Y por lo mismo lo humano es perdonar, disimular, hacerse cargo.

Es de justicia que cuando unos hombres sacrifican su vida por la Iglesia o por la patria haciendo un gran medio, no sólo se les perdonen generosamente sus errores, sino que se les aliente y se les aplauda y se les ayude a encontrar la verdad. No hallar más que motivos de censuras en esos medios, creados y sostenidos con inmensos sacrificios, es propio de entendimientos incomprensivos y espíritus apasionados, y deshacerse en alabanzas del periódico neutro, aunque sea de orden, es dar a entender que no sentimos profundamente en católico, y que no vemos la propaganda inconsciente que hacemos en favor de los diarios que al lado de una noticia religiosa  ponen una foto pornográfica. Hablamos mucho de la buena prensa y elogiamos sólo la que no lo es. Nos olvidamos de que el periódico es, antes que un medio de distracción o de información, un instrumento de lucha.

b) El medio de comunicación católico puede exigir de nosotros que no tengamos otros medios sino católicos. El periódico es nuestra bandera y arma de combate. Ser católico y suscribirse a un diario revolucionario es como renegar de la fe y afilar con sus propias manos el puñal del enemigo. Católicos y gentes buenas fueron muchos de los suscriptores de los periódicos anticlericales. Católicos y familias conservadoras, son muchos de los que ayudaron a sostener la prensa antirreligiosa con las esquelas mortuorias. Casas y empresas de católicos las que llenaron las cajas de los periódicos anticlericales con los productos de sus anuncios. Gentes de orden, aristócratas y banqueros, muchos de sus lectores.

¿Y eso, por qué? Por compromiso de amistad, por pedantería de intelectualismo, por temor a campañas hostiles a las empresas, por la pretendida superioridad de la información, por la cobardía de no querer aparecer como católicos. ¡En el pecado que cometieron llevaron la penitencia de los males que han padecido!

2.- ¿Es posible un medio, ya sea Radio, TV, Periódico o Internet, decente?

Es falso que no pueda hacerse un medio de comunicación decente.
Como es falso que no pueda hacerse un cine decente.
Como es falso que no pueda hacerse un teatro decente.
Puede hacerse, pero es difícil.
¿Qué necesitaría?
Un director técnico.
Capital suficiente. Cuerpo de redacción.
Colaboradores.
Orientación justa.

– Director técnico
Es decir, apto para el caso, o, lo que es lo mismo, experimentado en la materia, con prestigio en ella, codiciado de las empresas, con ambiente en ellas, de criterio moral justo, ni laxo ni estrecho, mejor estrecho que amplio, con instinto de lo interesante, que no es sólo la emoción de la guerra, ni de los toros, ni del deporte, ni del mundo del espectáculo, ni del culto, sino también la caridad y la misericordia, que se despiertan con la exposición de los grandes dolores que asolan a tantos hombres de la humanidad.

– Capital
Un gran medio sin capital sería como un Banco o fábrica sin capital. Una cosa ridícula que, sin embargo, hacemos los españoles todos los días.

¿Podría conseguirse el capital necesario? Mas aún, lo hemos tenido y lo hemos tirado. Con lo gastado en las diversas experiencias hechas sin tino, hubiéramos podido tener un gran medio. Pero con director técnico, no con banqueros millonarios, que porque tengan dinero se figuran que tienen técnica. Ni con directores amigos, ni directores católicos, que pueden serlo excelentes y a la par ignorantes del asunto.

Un medio de comunicación sin cuadro de redacción, es sólo un deseo estéril. Porque los redactores a título gratuito tendrían la misma eficacia que tendría un Banco con personal gratuito. ¡Redactores gratuitos! Cuando tratamos de las obras católicas perdemos el juicio que conservamos muy claro cuando se trata de las obras de otro  género.

¿A quién, por ejemplo, se le ocurre hacer una editorial sin un euro? Sólo a los que piensan hacer una editorial católica. Si los redactores son gratuitos, o no sabrán lo que escriben o escribirán cuando quieran, o de lo que se les antoje, o lo que es igual, lo que ni le importa al medio ni a los lectores.

– Colaboradores
Decimos lo mismo de los colaboradores. Una colaboración de limosna será para un medio pordiosero. Ni en las obras religiosas puede ser eficaz la colaboración gratuita, sí ha de ser estimable y constante. Porque ha de ser especializada, y los hombres especializados son de estudio y de trabajo, que no disponen de tiempo para una colaboración eficaz, si han de consagrar horas y días determinados a lo que no es su deber y ocupación precisa. Y es humano que si hacen un trabajo especial reciban una compensación.

– Orientación justa
Es decir, la precisa para influir en un campo dilatado, que compense el esfuerzo realizado y haga viable el medio. Si está dedicada a la juventud no puede limitarse a un sector reducido, es necesario estudiar los problemas generales que les interesan. Una revista de Acción Católica para jóvenes, no puede tratar sólo de los problemas de los Católicos.

Será tener una visión estrecha, porque los jóvenes católicos son hijos de familia, ciudadanos, patriotas, discípulos, amigos, lectores, aficionados a los deportes, a la música, a los espectáculos, estudiantes de medicina, de leyes, de etc. Tienen innumerables facetas de su propio ser, problemas vitales de interés actual y para el porvenir, sobre los que deben orientarse y hay que orientarles.

Y un medio que no hiciera eso y se limitase a meros conceptos sobre la Acción Católica, se les caería de las manos. Porque el joven católico no es sólo un ser religioso, ni la religión es lo único existente en la vida, aunque sea lo principal.

Un gran medio es de absoluta necesidad para los católicos; complemento necesario de la gran prensa diaria. El mal que producen tantos medios con incitaciones a la pornografía, a la violencia, al consumismo es inmenso y el modo de combatirlas eficaz es tener medio decentes.

3. El medio no puede ser sólo informativo
Es decir, espectadora indiferente de cuanto se ve y cuanto sucede. No puede ser eso, que ha de acompañar a la información de los hechos la crítica imparcial, justa y orientadora de los lectores. Porque no debe olvidarse que es un arma poderosa de lucha y ha de contrarrestar el influjo de otros medios enemigos.

El medio de comunicación ha de ser católico, no porque se lo llame, sino porque lo sea y lo será cuando juzgue los hechos con criterio moral y recoja del ambiente de los sucesos cuanto se destaque como signo e indicio de la fe, lo mismo en el orden político que en el social o en el de la cultura.

4. Ha de ser limpio
Lo gráfico, la imagen impresiona notablemente, y por lo mismo no es tolerable que en un medio católico se deslicen anuncios inmorales. No parece que porque son anuncios y nos dan dinero, la responsabilidad se ha de cargar exclusivamente a cuenta de los anunciantes. En esto pasan cosas intolerables.

5. Ha de ser luchador
Es decir, que en los asuntos de actualidad que lo merezcan sepa vibrar y defender los intereses de la patria y de la religión. No es exacto que sea la información sola, la presentación magnífica, el marketing perfecto, lo que cautive a los seguidores de un medio de comunicación.

Podrá ser que un medio de comunicación conquiste el público con sólo la deshonestidad, el morbo, seductoramente presentado; pero una revista limpia que pueda entrar en todo hogar cristiano, difícilmente alcanzará una gran tirada, si se limita a ser meramente formativa.

Gracia y Justicia no fue una revista gráfica, satírica, ni una revista católica, humorística. Sin embargo, muchos de sus artículos y de sus caricaturas atacaron valientemente con el arma terrible del ridículo a los enemigos de la Iglesia y de la patria, lo cual no fue un obstáculo para que alcanzase la enorme tirada de 180.000 ejemplares.

Lo mismo en la prensa, que en los mítines, que en los parlamentos, la defensa denodada de la Iglesia no nos resta ni simpatías ni seguidores. Por supuesto, hecha con talento y con valor.