VI.- LA PUBLICIDAD: EL BROCHOURE, EL FOLLETO Y EL CARTEL.

La información con imágenes no necesita cultura para ser comprendida. De ahí el inmenso daño de los medios con imágenes inmorales. Un periódico por la misma multiplicidad de los asuntos que trata y su misma variedad diluyen su fuerza y no graban en el alma popular ideas concretas y fecundas.

Una hoja de publicidad, un brochure, escrita con talento no inculca sino una idea sencilla, palpitante. Esta idea se incrusta en el corazón del pueblo. Por otra parte, el brochure es de poco coste, y, por consiguiente, puede difundirse mucho dándose gratis: Ha de ser como la píldora, una cosa pequeña, que se reviste de una capa dulce, pero que lleva dentro una sustancia eficaz. El brochure con una imagen representativa de una sola idea, es un arma corta, pero mortífera. Imagen y poco texto es lo más popular.

El estilo, sencillo, cortado, enérgico. Un chiste con una aplicación moral es un dardo que queda siempre clavado. Periódicos rotundos, alusiones históricas, es hacer hojas para el cesto de los papeles.

Una propaganda hecha con plan debe atender a la actualidad y variar de asuntos; pero sin olvidar la inculcación de ciertas ideas fundamentales, que han de grabarse en las masas a fuerza de repetirlas. Ha de hacerse con ellas lo que los grandes músicos con los temas de sus sinfonías: repetirlos continuamente con variaciones. Y así deleitan y se graban.

Bueno es el reparto de brochures a voleo, según las circunstancias; pero el plan general ha de ser otro. Como la gota cava la piedra, cayendo siempre en el mismo sitio, así el brochure ha de caer siempre en las mismas manos. Una hoja pequeña que entra todas las semanas en un mismo hogar, si es venenosa, acaba por matar su espíritu; si es saludable, acaba por sanarlo o mejorarlo. Una gran organización de propaganda establecerá un plan de reparto semanal constante para centros de afluencia, de personas.

El cartel puede ser de una eficacia extraordinaria. Hay momentos críticos en que un cartel puede deshacer el efecto de una campaña anticlerical. Ha de ser brevísimo y por ello, y por fijarse en las calles y ser la redacción enérgica, cortada, punzante, tiene una fuerza muy notable.

Para el apostolado meramente católico hay necesidad de eso; de carteles circunstanciales, bien pensados y escritos con brevedad, energía y gracia. Los únicos ensayos hechos hasta ahora han sido de orden político, y no puede negarse que acertados, por el fondo y por la forma, y abrumadores por el número.