6.- El dirigente del Estado de bienestar
No nos ilusionemos con la idea exclusiva de las mejoras sociales. No se satisfará la gente. Hay que hacerles variar el concepto de la vida. Y eso lo hace la doctrina de la Iglesia, explicada y practicada.
Los católicos deben formar líderes en los partidos políticos, asociaciones, sindicatos, empresarios. Es lo predicado por los Papas desde el siglo XIX y no aceptado prácticamente por los católicos, ni enseñado, sino como excepción.
Como no se hace, el comunismo y el liberalismo ateos tienen arrinconada a la fe católica. Estos enemigos no se combaten con discursos solamente, sino con organizaciones dirigidas por católicos, inteligentes, prestigiosos en sus profesiones, elocuentes, dinámicos. Ningún católico puede dejar de interesarse por la realización de esta idea, cosa bastante más que dirigir cursillos.
Preparemos personas de talento, competentes en sus profesiones, bien formados en la doctrina social de la Iglesia, ejercitados por largo tiempo en cargos de responsabilidad cada vez mayor. Si son de palabra fácil, mejor; no pedantes, sino modestos, juiciosos, católicos prácticos. Defensa viril de los trabajadores. Independientes para las cosas de Estado y de los grandes empresarios. Independencia de toda facción política. Que usen de todos los medios legales para la consecución del bienestar del pueblo, que odien a la lucha de clases pero que busquen el bien común de todos.