2.- El dirigente se ha de preparar ¿Con arreglo a qué normas?

Que no se le seleccione democráticamente.
Que se le ejercite en mandar.
Que se le ejercite dándole libertad de acción.
Que se le prepare técnicamente.
Que no se le eleve de un salto.
Que adquiera experiencia en todo lo que ha de ser objeto de su gobierno.
Que no se le elija por ninguna cualidad sobresaliente: ni la capacidad de hablar, ni la ciencia, ni el talento, ni mucho menos la alcurnia, el dinero, las ideas políticas.
Que no se le dé la responsabilidad total desde el principio, sino la cooperación, esto es, auxiliar en la responsabilidad.

Ahora, contestemos a tres curiosidades que se pueden suscitar aquí:
– ¿Dónde hay más elementos para formar dirigentes buenos?  En la gente religiosa-coherente; porque la vida ascética descarta muchos vicios, contrarios al arte de gobernar, y porque los sujetos se conocen más íntimamente y por toda la vida.

– ¿Dónde de hecho, se forman dirigentes más idóneos para el fin de la entidad que se gobierna? En las grandes empresas; porque el dinero tiene ingenio sutilísimo para hallar sujetos aptos para ganar dinero.

 – ¿Dónde se encuentran los más malos gobernantes de la tierra? En la política; porque suben, no los de más virtudes para dirigir, sino los más listos y hábiles para subir.

Se necesita algún ejercicio preliminar para todo tipo de gobierno
Nadie llegará a saber mandar, si no se ha ejercitado en mandar, en gobiernos de importancia progresiva. Nadie sabrá mandar sobre diez asuntos, si no ha pasado por ellos antes. Es absurdo creer que basta ser bueno y listo para saber mandar lo que no se ha practicado nunca. Si yo no he pasado por un hospital, no sabré gobernar un hospital. Si yo no he pasado por el cuartel, no sabré mandar a soldados. Si yo no he mandado asociaciones, no sabré organizar asociaciones.

Hemos de aprender mandando con libertad
Un educador que a sus discípulos no les dejara nunca la posibilidad de elegir entre lo bueno, lo malo y lo peor; no educaría su libertad, ni les enseñaría a gobernarse a sí mismos, ni mucho menos a los demás. Es necesario que la autoridad tenga libertad de errar, para enderezarla, para que no presuma, para que pida consejo.  Formar al que manda con la condición de que nunca yerre, es trazarle unos rieles de acero para que sea bueno, aunque no quiera, y halle la verdad por fuerza. Es una máquina puesta sobre la vía.

La preparación para el gobierno requiere una preparación técnica
Porque un jefe puede tener grandes cualidades de jefe y no saber nada de hacienda o de educación. Formación técnica es saber de aquello sobre lo que se ha de mandar. Se preparan y seleccionan los obreros manuales: aprendices, oficiales y maestros. Es la preparación profesional.

Se preparan y seleccionan los hombres de carrera: ingenieros, médicos, abogados, militares. Es la preparación técnica.  En los bancos, que son las entidades de más fino olfato para el gobierno, nadie sube sino pasando por los puestos intermedios, cuando con las obras acreditan su competencia. 

En la mala política se gobierna sin preparación, y se hace hombre de gobierno al primo, al yerno, al partidario, al rico, y así va ello. Es notable cómo teniendo el mundo civilizado masters para todo, hasta de veterinaria, no haya escuelas para seleccionar y formar hombres de gobierno, con competencia y dotes para mandar.

Podría parecer que nos preocupamos más de cualquier cosa que del gobierno de los pueblos. Sin embargo, como están en la cosas hoy en día, es muy probable que fueran inútiles los masters de gobernantes: elegiríamos no a los capacitados, sino a los amigos. Pues en los tiempos del “oscurantismo era otra cosa”; hubo colegios donde se educaban los futuros magistrados, prelados, gobernantes, rectores de universidad, etc.

Que no se le eleve de un salto
Hay un aforismo que dice: «La naturaleza no da saltos». En el orden moral, lo mismo: un pecador no es santo al siguiente día de convertido. En el gobierno, lo propio: un oficinista no puede ascender de un salto a director general. Pasa en la política, porque no se busca al gobernante, sino al que se arruga, al que se somete. Con lo que el amigo manda, pero no gobierna. Los gobernantes de un salto, los que aparecen de repente en las listas electorales sin que hayan hecho nada en los partidos, se eligen por ser listos y por dar prestigio a la listas electorales. Es una presunción peligrosa y que no ha funcionado. Pueden ser muy listos en su profesiones, pero inhábiles. Se presumeque lo harán muy bien; pero luego resulta que lo hacen mal. Así que nada de saltos.

Somos  nosotros los que, sobre las dotes dadas por Dios, hemos de formar al hombre gobernante.